Un cielo de ñandutíes también puede elaborarse por las manos de un artesano y no solo por las habilidosas mujeres de Itauguá. José González Barbotte (27) crea coloridos e ingeniosos diseños de este encaje nacional y anima a todos los interesados a tejer.

El joven decidió adentrarse al mundo de los ñandutíes porque necesitaba un ingreso extra urgentemente. “Estaba buscando un oficio rentable como electricidad o plomería, pero estas demandaban más inversión y tiempo. Conversando con algunas de las artesanas, me animaron a probar con la realización de este encaje nacional”, expresa.

“Empecé a tejer hace cuatro meses aproximadamente en el Centro Cultural de Itauguá. Las señoras me indicaron cómo hacer ñandutíes, cada una de ellas me mostraba algo diferente”, comenta el joven.

La señora María Luisa Romero le enseñó que debe darle una utilidad a los trabajos que hace y, es por eso que, luego de tomar su consejo, José empezó a salir de los diseños redondos como los ojitos. Ahora está elaborando apliques de camisa para hombres.

José menciona que la inversión es mínima y que se puede ganar un buen dinero al vender los diseños de ñandutí, pues uno debe considerar el tiempo invertido en la elaboración de los tejidos nacionales, el tamaño del trabajo y la fina terminación.

“Los diseños pequeños implican 30 minutos de tiempo, mientras que los más grandes, en un solo bastidor, pueden llevar hasta un día completo si es que uno se propone terminar el trabajo”, declara el tejedor de ñandutí.

Según José, las dificultades de desempeñarse en un área mayormente abarcada por mujeres no son muchas. Aclara que las chicas y las señoras del Centro Cultural siempre le transmitieron todo lo que saben sin ningún inconveniente. “Creo que por ser varón tengo más ventajas al momento de vender mis diseños, porque los compradores ven como algo novedoso que un hombre sea tejedor de ñandutí”, revela.

El joven artesano recomienda a todas las personas interesadas que aprendan a tejer ñandutíes: “Es importante para difundir la cultura paraguaya y preservar lo que es nuestro. Además, es un trabajo bueno y digno que no implica mucha inversión, pero reditúa muchas satisfacciones”, concluye.

Por Fiona Aquino (18 años) ABC color.