Por si hay problemas en la operación, que durará entre 3 y 4 días, seis helicópteros y 13 ambulancias esperan en el campamento de la cueva donde están atrapados los 12 niños y su entrenador.

La operación de rescate de los 12 niños tailandeses y su monitor ha empezado. A las diez de la mañana (cinco de la madrugada, hora peninsular española), 13 buzos internacionales y cinco tailandeses han empezado el trayecto para evacuar al grupo atrapado en la cueva de Tham Luang, en el norte de Tailandia, en un viaje que durará al menos 10 horas. Se espera que el primer rescatado emerja en torno a las nueve de la noche hora local (cuatro de la tarde, hora peninsular española española), ha dicho el coordinador de la operación, Narongsak Osottanakorn, aunque la operación total puede durar días.

“Ha llegado el día D… Los niños están listos de sobra, física y mentalmente. Están decididos (a salir) y conocen cómo se va a desarrollar la evacuación. Todos van a volver a casa con nosotros, no importa lo que tengan que afrontar”, adelantó Narongsak, también gobernador de la provincia de Chiang Rai, al comienzo de una rueda de prensa. Las familias han sido informadas y han dado su consentimiento.

Las condiciones son ahora las mejores posibles. Tras una semana de trabajos intensivos, y de constante aumento del número de máquinas de bombeo, se ha conseguido extraer el agua suficiente como para que los niños puedan hacer pie en a mayor parte del trayecto. Era la principal preocupación en un túnel de casi cuatro kilómetros entre el punto donde se encontraban los trece y la boca de la cueva, extremadamente angosto en algún punto y que el viernes se cobró la vida de uno de los buzos voluntarios. Un trayecto peligroso para hombres adultos, en forma y experimentados. Mucho más para unos niños entre los once y los 16 años que hasta el lunes habían pasado nueve días sin comer y que, aunque han recibido clases intensivas estos días, cuando comenzó su odisea no sabían nadar.

Los trece, apuntó el gobernador, se encuentran en buen estado de salud, física y psicológica, para acometer el viaje.

Pero, sobre todo, lo que ha decidido a los responsables de la operación de rescate a dar luz verde al intento ha sido la llegada de las lluvias, que podrían crecer en intensidad en los próximos días. “El plazo idóneo que se había abierto estaba empezando a cerrarse”, ha declarado Narongsak. Si se esperaba más, se corría el riesgo de que el nivel del agua volviera a subir y se echara a perder todo lo avanzado hasta ahora.

“Hemos esperado a que llegara este momento preciso para empezar la evacuación, cuando todos estamos listos y la seguridad de los trece puede garantizarse al 100 por cien”. Los rescatistas pueden caminar desde la entrada hasta la cámara número tres, a unos 1.700 metros de la isleta donde se refugiaban los menores.

Los niveles de agua habían descendido más de 30 centímetros el jueves, para quedar en su nivel más bajo desde que desaparecieron los niños en el interior de la cueva.

La salida se efectuará de manera escalonada, y si todo va bien continuará a lo largo de la noche y al menos hasta el lunes. Una vez que cada niño llegue a la salida, allí le esperarán médicos australianos para un primer chequeo médico. Una vez estabilizados, se les trasladará al hospital provincial de Chiang Rai, a 70 kilómetros, donde se ha habilitado un ala entera para ellos y sus familias.

Las señales de que algo se estaba preparando habían comenzado ya durante la madrugada. Varias ambulancias llegaron a reforzar las que ya se encontraban sobre el terreno. Más participantes en las operaciones de rescate entraban y salían de la zona de la entrada de la cueva. Y la prensa recibió la orden de marcharse del campamento de operaciones, a un nuevo centro de trabajo en la sede de gobierno municipal, sin más explicaciones que se convocaría una rueda de prensa, sin hora determinada.

Según explico Narongsak, se ordenó la salida de los medios para dar el mayor espacio posible a los vehículos y equipos que participan en los trabajos de rescate.

Los niños y su monitor, todos ellos miembros de un equipo de fútbol local, quedaron atrapados en la cueva el 23 de junio, cuando una fuerte tormenta la inundó. Desaparecidos durante nueve días, buzos británicos les localizaron el lunes pasado. Desde entonces se han barajado tres opciones para sacarles: buceando, mediante un túnel horadado en la roca o esperando a que el agua bajara lo suficiente. Finalmente, se ha optado por una combinación: reducir los niveles de agua y sacarlos de modo que el suceso pueda reducirse al mínimo imprescindible.